El día del Padre visitamos El Garabato. Habíamos intentado reservar mesa en otros sitios que teníamos ganas de probar pero, entre que nos decidimos a comer fuera ese día y encontré un hueco para llamar, no hubo manera de conseguir sitio donde pensábamos ir. Así que dije "vamos al Garabato, que hace mucho que decimos de ir y no podemos".
Como habréis sospechado, no fuimos Elenyka y yo solos. Nos acompañaba nuestra hija de año y medio. Pedí que anotaran la reserva a la primera hora que fuera posible para poder entrar los tres, darle la comida a la peque y poder comer nosotros tranquilos. El restaurante cuenta con una amplia terraza (a partir de finales de Primavera), un salón a pie de calle presidido por la barra, en forma de U con ángulos rectos, dentro de la cuál se puede ver la cocina y un salón en el sótano.
Nuestra mesa se encontraba en este último espacio, al cuál se accede por una escalera de unos 15―20 escalones de plataforma de madera. Aunque no tuvimos problema para bajar el carro, en todo momento el personal se ofreció para ayudar a bajarlo y a subirlo o para, directamente bajarlo o subirlo ellos. Por suerte, era una silla de paseo bastante ligera.
Tras este detalle, pasemos a lo que importa:
La carta se muestra en un muy original diseño: es una lámina apaisada, más grande que una cuartilla, en la que aparece, a modo de sección de anuncios de un periódico y en solo 2 caras, toda la variedad de platos y preparaciones. Es tan original, que hasta es posible adquirir una copia. Nuestra primera impresión sobre la carta es que era equilibrada: mucha variedad pero sin ser demasiada. Había los suficientes platos como para repetir visita un par de veces pero no había tantos como para agobiarse decidiendo o leyendo. Hay que destacar la sección de sushi (sashimi, nigiri, maki, tataki...) en la que los precios no asustan. Teníamos entendido que el chef de sushi era el presentador del programa sobre este tipo de platos de Canal Cocina. No sé hasta qué punto sigue siendo cierto pero pudimos ver, antes de bajar, que los cortes de pez mantequilla que estaban haciendo tenían una pinta envidiable. Las creaciones brillan por su originalidad en cualquiera de los apartados de la carta y la presentación (que pudimos comprobar no solo en nuestra mesa, sino echándole una mirada a las mesas de alrededor) está muy cuidada y es muy atractiva.


Las minihamburguesas con patatas paja estaban acompañadas de una salsa que pide que le añadas más y más y no porque la carne de buey que las componía no estuviera buena (que lo estaba y mucho) sino porque era una de las salsas más deliciosas con las que hemos acompañado a una hamburguesa en años. Su sabor y textura nos hicieron sospechar que era mayonesa japonesa de la que se usa para acompañar el pollo karaage (una receta japonesa de pollo rebozado). Esa misma salsa venía de la mano con las Alitas Kentucky, unas generosas piezas de pollo rebozadas con costra crujiente al estilo del estado mediooriental. Para nuestro gusto, estaban deliciosas. Por sacarle alguna pequeña pega, eran bastante grandes así que se recomienda pedir en degustaciones con pocos platos o si se tiene mucha hambre.
No queríamos perdernos la sección de carnes ni la sección de pescados así que nos atrevimos con un MacBull (carne servida en generosos dados ya cortados y cocinada en su punto) y los Tacos de Bacalao Fresco Rebozado, sin mucho que explicar por su nombre pero muy recomendables para un tapeo a cualquier hora. Tanto la fritura como la presentación nos encantaron.
A todo esto y, aunque ya había comido (y bien), nuestra hija probó de todo lo que fue cayendo en la mesa y, creo que hablo en su nombre cuando digo que le dio su aprobado a cada uno de los platos.
Muy a menudo procuramos evitar el postre: suele ser algo que no apetece al final de tanta comida y costar demasiado para lo que es pero la variedad y la originalidad hizo que le diéramos una oportunidad: compartimos un Violeta: helado casero con sabor de la susodicha flor acompañado por unos pétalos azucarados y crema de chocolate blanco, y un chocobanana: helado de plátano acompañado por chocolate negro. Quizá el violeta no nos gustó tanto como habíamos pensado al principio pero en ningún caso nos arrepentimos de haber pedido postre.
Trato personal: Tanto por teléfono, para reservar, como en el lugar, el servicio fue muy correcto y agradable. No tuvimos que esperar demasiado, fueron muy atentos en todo momento y se ofrecieron para ayudarnos en todo.
Comida: Unas raciones generosas y, sobretodo, muy variadas. Quizá yo tenía bastante hambre ese día con lo que hubiera pedido incluso más platos de los que hemos relatado pero os aseguro que comimos bien. No nos quedamos con hambre, la verdad. Si tuviera que dar un punto negativo sería al postre de helado de Violeta: para mi gusto tenía poco sabor, sabía demasiado a leche, quizá, y apenas se podía degustar. De todos modos, todo estaba fresco, delicioso y las presentaciones eran originales y atractivas. Insistimos en que hay que visitarlo más de una vez para poder probarlo todo.
Precio: Con lo que os hemos detallado, 2 cañas, 2 cortados y aunque nos cobraron 2 servicios completos de pan y aceite cuando le pedimos un trocito pequeño de pan para entretener a la nena, salimos a 54€ (27€/cabeza). No es un precio exagerado para lo que hay por ahí y más teniendo en cuenta la calidad y la originalidad de los platos.
http://www.restaurantegarabato.com/
https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g187486-d2026330-Reviews-Restaurante_Garabato-Albacete_Province_of_Albacete_Castile_La_Mancha.html
https://www.facebook.com/RestauranteGarabatoAlbacete/