Peggy Sue's (C/ Carnicerías nº 8)

¿Qué mejor práctica que meterse en situación antes de una fiesta? Y ¿dónde mejor que en el Peggy Sue's para entrar un poquito en el ambiente de los años 50 cuando la fiesta en cuestión trata sobre eso? Pues eso: fuimos los organizadores de la "Fiesta de los Años 50" en beneficio de la AJIAB y pensamos «¿por qué no cenar en el Peggy Sue's para respirar un poco el aire de aquellos Estados Unidos pletóricos tras la victoria económica que supuso el fin de la 2ª Guerra Mundial?»

No fuimos los únicos en pensar así ya que se nos unieron, sin haberlo planeado con antelación, unos compañeros de la asociación que iban a ir a la fiesta.

Éste fue el resultado:

Sitio (Mapa): Un lugar que parece estrecho y pequeñito desde la calle nos recibe con sus neones rosas y sus paredes pintadas de rosa y verde pastel, con cuadritos aquí y allá. Las mesas están flanqueadas por asientos para tres que tienen un respaldo común para los tres de una mesa y los tres de la de al lado. Todo muy fifties. Solo nos faltaba que las camareras sirvieran batidos deslizándose sobre esos patines de patinaje artístico que vemos en todas las películas de la época. Al entrar se puede ver que el local es mucho más amplio de lo que se adivinaba desde la acera.

Al final de la barra, más allá de los aseos (que, por cierto, están un poco mal distribuidos por dentro) hay otro salón que, de momento, está vacío.

Muy de época, también, era el detalle de las JukeBoxes en todas las mesas: Unas máquinas originales totalmente restauradas que lo mantenían todo y habían sido modernizadas para que, mediante una conexión telefónica, el comensal pueda elegir música que suena en el local. AVISO (por experiencia propia): Antes de usar las máquinas, leed las instrucciones que vienen en la esquina inferior izquierda de los mantelillos. No se os ocurra meter una moneda en la ranura (disfuncional) de la parte superior de la máquina.


Tal y como comenta el texto de la columna central de dichos mantelillos, el local está situado en una calle no muy concurrida pero sí bastante céntrica (que une la plaza Mayor con la comercial calle del Rosario y el grupo de Villacerrada). A pesar de estar muy céntrico, no es de fácil acceso para personas con movilidad reducida.

Comida: El gusto de lo americano de esos años 50 está presente en toda la carta. Incluso en los postres y las bebidas. El repertorio de sabores está compuesto de hamburguesas, sándwiches, ensaladas, perritos calientes, pizzas, ... La comida está muy buena y los nombres son originales y, muchas veces, inspirados en artistas conocidos de la época como Aretha Franklin o James Brown.

La única pega (por así decirlo) es que la carta es muy poco extensa y poco variada. Por ejemplo, hay solo unas 5 o 6 recetas de pizza. La cantidad está bastante bien aunque, para el precio que tiene, ya podría ser un poquito más generosa.

Los postres son dulces hasta decir basta: está el mítico brownie y los batidos con sabores de estos que, como ya he dicho, parece que te los van a traer montándose en unos patines de patinaje artístico: mucha espuma, bien de leche y un sabor delicioso.

Nos quedamos con las ganas de probar la Cherry Coke: Coca-cola aromatizada con cereza. No les quedaba.

Trato personal: Los camareros fueron muy atentos en todo momento. Hay que valorar el estoicismo con el que se ofreció a recuperar mi moneda de la JukeBox sin ni siquiera tener que pedírselo y teniendo en cuenta la incómoda postura que implicaba hacerlo desde fuera de la mesa y con dos personas sentadas en ella. En fin, supongo que ya debe estar acostumbrado a eso.

Precio: No es un lugar excesivamente caro. Una hamburguesa normal o una pizza sale por unos 4,5 ~ 5€, por ejemplo. No os recomiendo la inversión en PinkLemonade porque son 2,5€ solo para eso: limonada de color rosa. Muy rica, muy fresquita pero no se lo vale. Por lo demás, ninguna queja. No está nada mal.

Peggy Sue's Albacete
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